Todos los hermanos de Tolerancia recordarán el día de ayer. El MRGM de la Gran Logia de España, Oscar de Alfonso consagró nuestro nuevo templo. Entre la nutrida representación de hermanos visitantes, destacar la presencia el Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo del Grado 33, Felipe Llanes y el RM Provincial de Castilla, Manuel Rey.
Un día repleto de eventos y emociones, que empezó a las 10:00 de la mañana con la visita al Ayuntamiento de Bilbao del MRGM Oscar de Alfonso, el Venerable Maestro y el Venerable Maestro Electo, donde fueron amablemente recibidos por la Concejala del Área de Alcaldía Gotzone Sagardui. Posteriormente, a las 13 horas, los hermanos del taller, visitantes y amigos hicieron una visita a la Sociedad Bilbaína, seguido de un almuerzo y una conferencia impartida por Oscar de Alfonso y Felipe Llanes, que respondieron a las interesantes preguntas del nutrido público presente en la misma.
Finalizó el día con la emotiva ceremonia de consagración del templo y el ágape posterior.
Muchas gracias a todos los QQHH por acompañarnos en fecha tan señalada, a los que no pudisteis venir, os esperamos con los brazos abiertos en nuestras próximas tenidas.
Hoy nace esta petición, con la que la Principal institución masonica española quiere animar a todas las personas de buena voluntad a celebrar su tricentenario.
Nunca es tarde si la dicha es buena. Con este ánimo celebra la masonería española su asamblea ordinaria, este fin de semana en Madrid, con observadores de medio centenar de logias y orientes regulares del mundo. La reunión coincide con media docena de acontecimientos gozosos para la Gran Logia de España, que se han sucedido en los últimos meses. Demuestran cómo, poco a poco, la organización perseguida con saña por la dictadura franquista, hasta el punto de decretar su exterminio, va reponiéndose de los espantajos que la señalaron como uno de los peores enemigos de España. “El contubernio judeo masónico”, dijoFranco en septiembre de 1975, en su último discurso desde el balcón del Palacio Real, en la Plaza de Oriente. Muerto el dictador apenas cincuenta días después, la transición hacia la democracia fue lenta, pero supuso pronto la legalización de todo lo que execraba el régimen totalitario: partidos políticos, sindicatos, cientos de confesiones religiosas, los derechos de reunión y manifestación, las autonomías… La masonería hubo de esperar hasta mayo de 1979, y ello por sentencia de la Audiencia Nacional contra una insólita resolución del Ministerio del Interior denegando la inscripción en el registro de asociaciones.
Aún hoy se oyen voces contra los masones, presentados en España como una organización secreta y malvada. En 2005, el papa emérito Benedicto XVI dijo que la masonería “es pecado”, e igual, o peor, opinión ha expresado su sucesor, Francisco. “En esta tierra a finales del siglo XIX las condiciones para el crecimiento de los jóvenes eran pésimas. Esta región estaba llena de masones, comecuras, anticlericales y satanistas”, dijo el pontífice argentino en un encuentro con jóvenes en Turín en septiembre del año pasado. Semanas más tarde, una diócesis española suspendía a uno de sus sacerdotes por ser masón y una revista católica, Infovaticana, acusaba a la organización de matanzas y crímenes de todo tipo. La Gran Logia de España se tomó las ofensas con ironía, a través de su publicación de referencia, ‘El Oriente’. Lo hizo presumiendo de que tres de los grandes fabricantes de coches fueron masones, Henry Ford, los hermanos Chrysler y Andrés-Gustave Citröen. Presentó la cosa así: “Critica el contubernio con fundamento. ¿Quieres un argumento real para alimentar la masofobia? Sin los hermanos Chrysler, Ford y Citröen no habría atascos”.
Llegan los desagravios, poco a poco. El Colegio de Abogados de Madrid ha rehabilitado en enero pasado la memoria de 61 de sus colegiados, expulsados del colegio en 1939. El acuerdo intenta “cerrar heridas que jamás deberían haberse producido”, dice en un comunicado. Entre los rehabilitados está lo más granado del foro nacional en aquellos años, todos fallecidos, algunos ante el pelotón de fusilamiento, la mayoría en el exilio, sin poder regresar a España. He aquí algunos nombres: Jiménez de Asúa, Miguel Maura, Álvaro de Albornoz, Eduardo Ortega y Gasset, Ángel Ossorio y Gallardo, Ángel Galarza, Manuel de Irujo, Victoria Kent, Pedro Rico, Manuel Azaña, Augusto Barcia, José Bergamín, José Prat, Niceto Alcalá-Zamora, Demófilo de Buen….
También el Senado ha puesto este año una primera piedra para reconocer que la masonería también debe figurar en la memoria de los varios holocaustos perpetrados por los totalitarismos del siglo pasado. Por vez primera desde que la ONU impulsó el Día oficial de la Memoria del Holocausto, el Senado invitó a la Gran Logia de España a participar en el acto de conmemoración que tuvo lugar en la Cámara Alta en enero pasado. Fue el presidente de la Federación de Comunidades Judías de España, Isaac Querub, verdadero protagonista de ese homenaje, quien reclamó que dos representantes de la Gran Logia, el gran maestro Óscar de Alfonso y el director del gran consejo rector, Jesús Gutiérrez Morlote, participasen en el mismo.
Y aún otro motivo de satisfacción, quizás el más deseado: Pese a las gruesas palabras del papa Francisco contra los masones, el cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Colegio Pontificio para la Cultura, acaba de publicar un artículo enL’Osservatore Romano con el título ‘Queridos Hermanos Masones’, invitando al diálogo entre la Masonería y la Iglesia Católica. La masofobia del famoso contubernio se está derrumbando por el flanco religioso.
Los masones no han parado de reivindicarse en los últimos cuarenta años, aunque con escasa fortuna. La última Conferencia Mundial de Grandes Logias Regulares, celebrada en San Francisco (California) el otoño pasado, debatió el caso: el enigma de una masonería nacional sometida todavía a vejaciones. “Nuestro país ocupa un lugar muy destacado en la historia de las persecuciones que hemos sufrido, pero no reside ahí el enigma. Los masones que nos visitan, que presumen con naturalidad en sus países de esa condición, se dan cuenta de que la España democrática no ha hecho ningún esfuerzo para restituir la honorabilidad a la institución”, afirma su máxima autoridad, con el título de Gran Maestro, el abogado valenciano Óscar de Alfonso Ortega. “Que tus acciones, y no tus palabras, hablen por ti”, es el lema este año del boletín de la Gran Logia de España.
Óscar de Alfonso Ortega acudió a la cumbre de San Francisco con una responsabilidad extraordinaria: además de líder de los masones españoles, preside desde el verano pasado la Confederación Masónica Iberoamericana, una de las organizaciones regionales más importantes de la masonería mundial, con 10.400 logias de 25 países y más de 350.000 miembros. “Para la masonería española, compuesta por apenas 3.000 personas, esa elección para un mandato de tres años, además de un honor, servirá para fortalecer nuestra Orden aquí y a nivel internacional”, dice.
Otoño de 1958 en el palacio del Pardo, en Madrid. Dos senadores y un alto militar estadounidenses, recibidos por el generalísimo Francisco Franco, sondean al dictador sobre sus intenciones ante una más que probable visita a España del presidente de Estados Unidos, el general Dwight D. Eisenhower. ¿Cómo sería recibido, con qué garantías, con qué intenciones? Franco se explaya, eufórico: Hay que exterminar la subversión comunista, quiere ayudar a Estados Unidos en su combate contra la Unión Soviética, aspira a afianzarse como reserva espiritual de Occidente, hay que acabar con la masonería… Un senador le corta: “Señor, el presidente Eisenhower es protestante, yo soy masón y mi colega en el Senado es judío. Los tres estaríamos en la cárcel en este país”. El militar, el aristócrata Eugene Vidal, instructor aeronáutico en la famosa academia West Point,remachó con saña. “No, no, excelentísimo señor. Yo soy también masón y aquí estaría fusilado”. El relato de la entrevista lo hizo, años después, el político y gran escritor Gore Vidal, hijo del militar Eugene Vidal y nieto de otro senador de EEUU, Thomas P. Gore.
Franco se quedó lívido. Pero se deshizo en promesas. Nada le importaba más que pasearse por las calles de Madrid con el líder de una potencia mundial, que finalmente llegó a España un año más tarde, el 21 de diciembre de 1959.
Sería el culmen de una lenta aceptación internacional, que se inició con el reconocimiento temprano del Estado vaticano. Para entonces, el régimen nacionalcatólico había permitido la apertura de unas pocas iglesias protestantes (por cierto, con la airada protesta de los obispos de entonces: “Jamás conceder los mismos derechos al error que a la verdad”, escribieron en una pastoral conjunta). También empezaron a regresar a España algunas familiar judías. Con los masones no hubo tregua. Fueron exterminados de raíz, o eso creía la dictadura. Sin que los historiadores hayan encontrado una causa razonable (quizás detestaba a su padre y al hermano Ramón, notorios masones; quizás porque había sido rechazado él mismo por una logia), Franco fue un perseguidor implacable, criminal, de la famosa orden iniciática universal. He aquí un dato extravagante, si no fuera trágico: Pese a no haber en 1936 más de 5.000 asociados a la masonería, a lo sumo 6.000, la ley para la represión de la Masonería dio paso a casi 18.000 procesos, culminados en el pelotón de fusilamiento, en años de cárcel o en un exilio exterior o interior después de ser desposeídos de sus bienes.
La transición hacia la democracia fue lenta entre 1975 a 1982, sobre todo para la masonería. Recuperadas todas las libertades que definen a un Estado moderno, los masones tuvieron que acudir a los tribunales para recuperar la suya. El Ministerio del Interior les denegó dos veces la inscripción en el registro de asociaciones, que ganaron en mayo 1979 mediante una severa sentencia de de la Audiencia Nacional. El ministro que avaló la decisión de marginar a los masones fue Rodolfo Martín Villa (en el cargo entre julio de 1976 a abril de 1979), aunque el pleito se sustanció siendo ministro el teniente general Antonio Ibáñez Freire, condecorado antes con la Cruz de Hierro por sus actos de servicio a Hitler en la División Azul.
Hubo un tiempo en que la masonería española fue numerosa y poderosa. Sólo en la primera legislatura de la II República se sentaron en las Cortes 135 diputados del Grande Oriente y 16 de la Gran Logia, o sea, 151 sobre 470 parlamentarios. Fue, con mucho, la minoría más numerosa. Con alguna razón se dijo que la República fue en gran medida una operación masónica. Masones fueron seis presidentes del Consejo de Ministros (Manuel Azaña, Francisco Casares, Diego Martínez Barrio, Manuel Portela, Ricardo Samper y Alejandro Lerroux), 20 ministros y 14 subsecretarios. Y masones eran 21 generales, entre ellos Miguel Cabanellas.
La fuerza de la masonería no era una excepción en Europa y América. Cuando la humanidad acabó con la intolerancia de todo tipo, sobre todo la religiosa, y se impuso la Ilustración en el llamado Siglo de las Luces, el XVIII, los masones se multiplicaron. Lo fueron, por ejemplo, los grandes libertadores americanos, el cubano José Martí, los estadounidenses George Washington y Benjamin Franklin, el venezolano Simón Bolivar, el mexicano Benito Juárez, el cubano José Martí…), y también Napoleón Bonaparte, Abraham Lincoln, Franklin D. Roosevelt, Winston Churchill, sin hablar de grandes pensadores, artistas y escritores.
La conspiración judeo-masónica fue el sacamantecas de nuestra adolescencia política. Aún no sabíamos que Franco, hijo y hermano de masones, había sido rechazo dos veces como aspirante
Se está celebrando en Madrid una cumbre de la Masonería Española. Reúne a 350 miembros, amén de los integrantes de 34 delegaciones extranjeras y, también como invitados, los máximos representantes de las ocho principales órdenes masónicas del mundo. Por ser rigurosos, se trata de la XXXV Gran Asamblea de la Gran Logia de España, de carácter ordinario, que tiene por objeto hacer balance del año masónico.
La noticia tiene resonancias muy especiales para quienes andamos sobrados de edad y memoria. Dosis de recuerdo de los años sombríos de la Dictadura instaurada por el general Franco después de la Guerra Civil. Nos retrotrae a un tiempo en el que el discurso oficial del régimen abominaba de la masonería como si fuera un pozo negro de la condición humana, sin mezcla de bien alguno. Nido de rojos y furtiva escuela de renegados donde los enemigos de España fraguaban siniestras conjuras.
Con el paso de los años fuimos saciando el hambre atrasada de libertad, lecturas prohibidas y testimonios de primera mano. Así, entre otras cosas, supimos que la masonería era escuela de buenas costumbres, paz, patriotismo, solidaridad, tolerancia y amor a la verdad. Todo lo contrario de lo que se decía en los catecismos franquistas a modo de leyenda negra. Nada de pozo tenebroso sino faro moral que, sin ir más lejos, enseñó “los secretos de la filantropía” al ilustre masón que respondía -responde, querido don Antonio- al nombre de Antonio Machado.
Se celebra en Madrid la XXXV Asamblea de la Gran Logia de España, de carácter ordinario, que tiene por objeto hacer balance del año masónico
Se nos hacía muy cuesta arriba asociar nombres como los de Manuel Azaña, José Ortega y Gasset, Ramón Gómez de la Serna, Joaquín Sorolla, Francisco Giner de los Rios, Vicente Blasco Ibáñez y tantos otros al satanismo y demás perversiones endosadas a la masonería por la febril propaganda franquista. Pero esa fue una de las pérfidas descalificaciones que los jerarcas del régimen tenían más a mano contra sus enemigos. Tristemente célebre se hizo el recurso a las conspiraciones judeo-masónicas de uso múltiple e imposible comprensión.
La conspiración judeo-masónica fue el sacamantecas de nuestra candorosa adolescencia política. Aún no sabíamos que Franco, hijo y hermano de masones, había sido rechazo dos veces como aspirante. Una, siendo teniente coronel, en la logia ‘Lukus’ de Larache. Y otra, ya en tiempos de la República, por el veto de su propio padre, Nicolás Franco. Eso explica su odio africano a la masonería y una de sus primeras decisiones como general de todas las fuerzas sublevadas en 1936: “La francmasonería y otras asociaciones clandestinas son declaradas contrarias a la ley. Todo activista que permanezca en ellas tras la publicación del presente edicto será considerado como reo del crimen de rebelión”. Más conocida es la Ley para la represión de la Masonería y el Comunismo, promulgada en marzo de 1940.
En un rápido acercamiento informativo a este cónclave de la francmasonería, que ayer comenzó en Madrid, toparemos con una declaración de principios presidida por un mandamiento libre de toda sospecha: “Ama al próximo como a ti mismo”. Como en la religión católica, salvo en el mandato previo: “Amar a Dios sobre todas las cosas”, que en el caso de los masones se sustituye por el “Conócete”. Y sin el nombre de Dios, que los masones españoles llaman Gran Arquitecto del Universo.
Se nos hacía cuesta arriba asociar nombres como los de Manuel Azaña y José Ortega y Gasset al satanismo y demás perversiones endosadas a la masonería
Con ocasión de la referida asamblea, que se clausura hoy, la Gran Logia de España nos remite al preámbulo de su constitución. Ahí se explica cómo en sus reuniones “se aprende a amar a la Patria, someterse a sus leyes, respetar a las autoridades legítimamente constituidas; a considerar el trabajo como un deber esencial en el ser humano y, en consecuencia, a honrarlo en todas sus formas”. Además se impone a sus miembros “el respeto a las opiniones ajenas” y la prohibición expresa de “toda discusión política o religiosa, a fin de constituir un centro permanente de unión fraternal”.
Valores necesarios y de escasa circulación los pregonados en estas logias. Pero me temo que en la memoria de los españoles de mi generación la masonería todavía aparece como el hombre del saco de nuestra infancia.
Suena el timbre en el número seis de la calle Juan Ramón Jiménez, a pocos metros del Santiago Bernabéu.
“Buenas tardes, ¿está por ahí el Gran Arquitecto?”, exclama un coro de adolescentes antes de esfumarse en la noche de Madrid.
De vez en cuando pasan cosas como esta en la sede de la Gran Logia de España (GLE), identificable desde la calle por lascolumnas que enmarcan la puerta y los símbolos que adornan el dintel. Tampoco es raro que aparezcan pintadas en la que se les culpabiliza de provocar el 11-M, de desatar la crisis económica o de propiciar el despido de Mourinho.
La masonería española, prácticamente exterminada durante el franquismo y acorralada a derecha e izquierda por todo tipo de mitos y leyendas, se ha ido sacudiendo el miedo durante los años de democracia (fue legalizada de nuevo en 1979). Sin levantar demasiado la cabeza, sin ruido, consciente de los recelos aún latentes en diferentes estratos de la sociedad y de su falta de apoyos; trabajando en el anonimato con el objetivo de recomponer sus mimbres.
Hoy se calcula que son unos 3.000 (la mayoría en la GLE), más del doble que hace 25 años, aunque muy lejos de las cifras que se manejan en los países en los que nunca fueron perseguidos (en EEUU han perdido muchos miembros desde los años 60 pero aún hay más de un millón de masones).
Su estigma de poder en la sombra, engordado por el secretismo con el administran sus asuntos, sigue despertando una curiosidad insana. El año pasado, la sede de la GLE en Barcelona abrió sus puertas durante la Noche de los Museos y las colas daban la vuelta a la esquina. Cerca de dos mil personas metieron la nariz en los salones de ritos y ceremonias.
Dicen sentirse incomprendidos y agraviados en un país que nunca ha hecho con ellos un ejercicio de ‘memoria histórica’, que no le ha dado demasiada importancia a una persecución que llevó a los tribunales a unas 80.000 personas acusadas de pertenecer o simpatizar con las logias.
En una reciente encuesta interna, compararon cifras y llegaron a la conclusión (más o menos documentada) de que en España se proyectan más prejuicios sobre ellos que sobre la comunidad de gays y lesbianas. «Los homosexuales viven su condición de una manera mucho más abierta», se quejan.
Un 26 por ciento dijeron haber sufrido agresiones u hostigamiento por pertenecer a una logia. «El periodo de persecución más largo de la historia de la masonería se vivió en España y siguen quedando muchos hábitos porque, además, nadie ha reivindicado en serio nuestra herencia cultural, nuestra historia, que fue exterminada y arrasada por la propaganda».
“Lo peor no es que haya una minoría que nos ataca, sino constantar que al resto de la sociedad le da igual. Cuando nos dimos cuenta de eso decidimos cambiar nuestra política de comunicación para que se entienda que no hacemos nada malo, oculto o peligroso. Poco a poco, sin prisas ni estridencias, queremos darnos a conocer, participar en la vida pública y llamar a la puerta de las instituciones para normalizar nuestra actividad”, dice Javier Escalada, consultor de formación y Gran Maestro de la Gran Logia de Madrid.
Hermanos frente a una cámara
El ‘destape’ pasa por ponerle cara y ojos a los “hermanos”, algo a lo que muchos miembros muestran resistencia por distintos motivos. Algunos creen que les puede generar problemas en su vida profesional o personal. Otros, simplemente, prefieren seguir viviendo su condición en privado.
Eso es lo que sintió durante algún tiempo Nicolás Calvo, un diseñador gráfico de 65 años, masón desde hace 14, a quien hoy no le importa ponerse delante de una cámara.
“Al principio sólo lo sabían mi mujer, mi hija y mis amigos masones. Se lo ocultaba al resto de mi entorno, pero ha llegado un momento en el que me resulta totalmente natural y normal. Y tenemos que hacer algo para normalizar nuestra situación. ¿Sabes que en muchos países, como EEUU, la gente lo pone en las tarjetas de visita y en el CV porque es una muestra de seriedad y fiabilidad”, dice.
Tampoco esquiva el ‘flash’ Juan Carlos Garvayo, pianista, 46 años, natural de Motril (Granada). “Estoy orgulloso de ser masón y no tengo motivos para ocultarlo. Yo llegué a la masonería a través de la música. Me dieron una beca en EEUU cuando era un adolescente y el acto de entrega fue en Atlantic City, la ciudad de los casinos (en la costa este). Cuando llegué me encontré una tenida abierta (ceremonia masónica) y me llamó mucho la atención, percibí una energía especial. Luego me fui fijando en que muchos músicos ilustres eran masones, como lo era Mozart”, recuerda.
«Pinocho es una obra masónica de principio a fin, pero poca gente se da cuenta, no saben que Carlo Collodi era un hermano», dice otro hermano, que prefiere el anonimato. La lista de masones prominentes es un argumento recurrente. Al parecer lo eran Salvador Allende, Vicente Blasco Ibáñez, Walt Disney, Rubén Darío, Henry Ford, Oscar Wilde, John Wayne, Winston Churchill… Al menos catorce presidentes estadounidenses fueron masones, entre ellos George Washington y Franklin Roosevelt. (Abraham Lincon rellenó una solicitud de ingreso pero nunca se unió a la logia).
«Buscamos hombres buenos para hacerlos mejores», cita Escalada. Uno entre tantos es Henry Vargas, 39 años, ingeniero informático, nacido en Venezuela y miembro de la logia madrileña desde hace siete años. Se inició, recuerda, a través de “un conocido que era masón, al que yo admiraba y que ya ha muerto”. Algo parecido le ocurrió a Enrique Gálvez Durand, 46 años, peruano nacionalizado español, también ingeniero.
“Yo me inicié en Perú y continué en Chile. En mi entorno estaba muy extendido. Por ejemplo, mi tío era masón y mi primo es masón. Ambos fueron siempre el referente del conocimiento en mi familia”, dice. “En Perú”, continúa, “no hay ningún tabú, el siete de junio las logias hacen un desfile en la plaza de la bandera y el 27 de julio es el día de la masonería peruana, es algo muy público y abierto que no se esconde, al revés”.
Hacerse masón a través de Internet
Los números que maneja la GLE indican que la masonería española vive un pequeño auge y un cierto rejuvenecimiento. En el V Encuentro con el Gran Maestro, celebrado el año pasado, el 61 por ciento de los inscritos había entrado en la masonería en los últimos tres años y la horquilla de edad que más se repetía era la que oscilaba entre los 31 y los 40 años. «Hoy en día, la mayoría llegan a nosotros por Internet y mientras que antes el perfil era gente del mundo universitario y académico, docentes y militares, ahora hay muchos pequeños empresarios y emprendedores», comenta Escalada.
Otros de los que han llegado en los últimos años lo han hecho retomando una tradición familiar, desempolvando los viejos cuadernos y pertenencias de sus bisabuelos. Es el caso de José Manuel Laureiro, 60 años, profesor e historiador, con seis años de masonería a sus espaldas. «Soy biznieto y nieto de masones. En mi casa es algo normal. Mi abuelo me hablaba de la masonería como algo natural, algo de grandes hombres y grandes cosas. Curiosamente, tengo un cuñado que también es masón porque en la familia de mi mujer también había tradición, aunque nos conocimos mucho antes de ingresar en la masonería», dice.
Hay mucho camino que recorrer hacia la transparencia y la normalización total. Y la mayoría aún prefiere que su historia se quede entre bambalinas, incluídos miembros jóvenes, con mucho que perder en el plano laboral. Según el ‘barómetro’ que efectúan cada año, sólo el 9 por ciento de los masones españoles comparte abiertamente su condición con todos sus compañeros de trabajo y apenas un 12 por ciento no se lo oculta a ningún amigo.
El 14 por ciento lo lleva tan en secreto que no lo sabe ni un solo miembro de su familia y el 67 por ciento se lo oculta a sus superiores en el trabajo. «Yo prefiero no aparecer en un reportaje porque creo que me podría generar algún problema en el trabajo», comenta uno de ellos. «Es triste pero España no está lo suficientemente madura para aceptarnos. Si estuviese en EEUU lo pondría en el CV».
Brindar por el Rey
Los masones hoy se esfuerzan por ofrecer una imagen moderna e inofensiva, alejada de su leyenda negra. Y enfatizan su respeto al orden establecido. «El primer brindis en nuestras reuniones lo hacemos a la salud del Rey. No conspiramos, ni somos anti-sistema. Respetamos la legalidad. Somos monárquicos porque ese esa es la legalidad hoy en día. Y si hubiese república, seríamos republicanos. Cuando tenemos reuniones con logias de países republicanos, también brindamos por sus jefes de estado».
En las reuniones hay presentaciones en ‘power point’ y cañones de vídeo. Y las regalías (mandiles, guantes, espadas…) que utilizan en sus tenidas las compranen Internet. En la biblioteca de la sede de Madrid, junto a títulos de filosofía, historia y egiptología, encontramos un ejemplar de Parque Jurásico.
Tiene que demostrar una cierta capacidad económica e intelectual, un entendimiento y una mente abierta, además de una cierta estabilidad personal
Escalada quiere desterrar la imagen arraigada que los presenta como un poderoso lobby para hacer negocios o conseguir cuotas de poder. “Muchos hermanos no saben a que se dedica el resto. Intentamos ayudarnos, obviamente, pero si miras el tablón de anuncios verás que hay hermanos en el paro y la crisis nos ha afectado mucho, como a todo el mundo. Los hay que se acercan a nosotros con la idea de hacer negocios o contactos empresariales, o para descubrir secretos ocultos, pero pronto se dan cuenta de que no se trata de esto y se marchan», dicen.
Con todo, sigue siendo un club selecto. Para empezar, la mayoría de las logias siguen segregadas por sexo y es necesaria una cierta estabilidad económica para pagar las cuotas (300 euros de ingreso inicial y otros 30 cada mes en la GLE). “Lo normal es que entres en la masonería cuando tienes tu vida ya estructurada. Has de estar también en una posición personal en la que anhelas algo espiritual porque eso es fundamentalmente la masonería. Personalmente hay que estar estable y sentir inquietudes intelectuales definidas», comentan.
El proceso para hacerse masón es largo y complejo. De entre todos los que llaman a la puerta, sólo tres de cada diez acaban llegando a la entrevista final con el maestro de la logia. «No lo ponemos fácil porque queremos que el que entre lo haga porque realmente está convencido. Hay que demostrar una cierta capacidad económica e intelectual, un entendimiento y una mente abierta, además de estabilidad personal. Hay gente de todas las profesiones, clases sociales, simpatías políticas y credos religiosos, pero se evalúa a los candidatos, se observa si tienen cualidades, tiempo y ganas. Tenemos prohibido hacer proselitismo, eso es antimasónico», sostiene Escalada.
Una vez que se ingresa en la logia, concretan, la fase de aprendizaje es dilatada. «Hay que dar importancia a los rituales y los símbolos, es necesario creer en un principio creador. No me interesa qué Dios es y cada uno lo puede llamar como quiera, pero ese componente de espiritualidad es clave entre los hermanos». El único dinero que se reparte en la masonería, insisten, es el que se introduce anónimamente en «el tronco» durante algunas ceremonias. «Nadie sabe cuánto han puesto los demas y se distribuye después para ayudar a los hermanos que lo necesitan o en actividades benéficas».
El 19 de Febrero de 1983 se funda la R.·. L.·. La Tolerancia 16 en los VV.·.VV.·. al O.·. de Bilbao.
Han sido 33 años de trabajos ininterrumpidos, trabajando con las Iniciaciones, la Formación en los valores Masónicos (Libertad, Igualdad, Fraternidad), las enseñanzas.
Están invitados a acudir a la pequeña celebración todos los Masones Regulares que así lo deseen.